Un Prodigio en Usaquén

Por Luz Dary Castellanos y William Díaz Tafur

El restaurante prodigio, en Usaquén (Bogotá), empezó como una iniciativa personal, de un sueño, del que se buscó que la comida y el ambiente fuera más llamativo y agradable para los clientes del lugar. Llamó mucho la atención lo mediterráneo, porque es a base de aceite de oliva, de verduras, todo es muy fresco y hay una tendencia hacia la comida saludable.
Así lo dio a conocer Gabriela Gutiérrez, gerente y propietaria del restaurante (en la carrera 5 No. 119 – 11), una joven emprendedora quien estudio administración de empresas y a quien siempre le gustó la gastronomía y quien explicó que el nombre surgió porque la ideas, su sueño, nació como un prodigio para ella y se busca que los platos sean un prodigio para los comensales.
Abrieron en marzo del año pasado y viene mucho gente del sector, quienes buscan “unos buenos precios, buen servicio y acá nos hemos caracterizado mucho por el servicio, porque nuestra gente es muy cálida, muy amable, vienen a busca una experiencia como tal y no solo un producto”.

Lo que más gusta
Dentro de la comida mediterránea, afirma Gabriela, “lo que más gusta son los pescados, el salmón, langostinos, empezamos a vender paella, pero yo diría que los salmones son los que más gusta, que es el fuerte acá”.
Además, se busca tener una conexión con el cliente, de transparencia, con espacios abiertos, es decir, que los clientes puedan ver lo que están haciendo, cómo lo hacen, es decir, “están libres de mirar para que haya esa credibilidad y ese acercamiento con nosotros”, dijo.
En cuanto a la decoración, se enfocó mucho como a una casa en una ciudad mediterránea en Francia o Italia, algo muy artesanal y colonial. La capacidad del lugar es de 60 personas, y el segundo piso es el lugar en el que más se amañan, “la terraza gusta pero llama más la atención el segundo”, afirmó Gabriela.

La meta
En cuanto a la meta de crecer, empezaron con el punto de Usaquén y están buscando crecer en servicios como el de catering, con eventos en casas, ofrecer productos frescos y diversificados en eventos, entre otros, dio a conocer la empresaria.
La idea  es cumplir siempre con su promesa de valor, la frescura, con una comida recién hecha, como es el caso de las cremas, llevando la línea de los vegetales, el sabor y el paladar.
La carta se mueve mucho porque al cliente le gusta ir variando, pero los que más se vende claramente si se mantiene. En cuanto a los vinos, hay los tradicionales, incluso vino caliente. Con los postres se usan también frutas frescas, como en el caso de la papayuela, moras o fresas,  o las tradicionales tortas, brownies, mielmesabe, y trabajan muchos con los productos de temporada.

Es el recomendado del mes, un buen inicio de año 2016, visitando este restaurante que es acogedor y lo que me hace volver, la excelencia del servicio. 

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